He tenido sesiones muy malas, de las que me he llegado a plantear el dejarlo, pasar de todo y dedicar mi tiempo a otras cosas, pero hay una en especial en la que pasó algo que pocas veces, o ninguna que yo recuerde, me ha pasado, me aburrí mucho.
Fue en unas jornadas en una partida de Pathfinder. Recuerdo que era la sesión de noche, tarde y yo estaba ya cansadillo, nunca había jugado a este juego, pero había oído mucho de él, así que fui esperando un gran juego.
En principio la cosa pintaba bien, la aventura tenía incluso su dosis de cachondeo, sin embargo la mayoría de jugadores (creo que recordar que eramos 6) no es que tuviesen mucho sentido del humor; tan sólo uno y yo hicimos un par de gracietas, pero viendo que no les iba el rollo, pues lo dejamos pronto.
Quitando que el tema del humor no triunfó luego llegó lo peor, aparte de que explotaban las reglas al máximo, cosa que no me gusta mucho cuando juego, para hacer cualquier cosa se podían pegar las horas debatiendo cómo hacerlo para conseguir el mejor resultado. No me olvidaré jamás de cuando íbamos a colarnos en un cementerio: estaba rodeado por una valla y las puertas estaban cerradas, no sé cuanto tiempo estuvieron discutiendo si la valla podía tener o no un hechizo y cómo sortearla. Al final cansado de discusiones que no llegaban a ningún lado, decidí saltar la valla, y si la cascaba al menos me iba a dormir, pero no, la salté perfectamente.
Un rato antes de acabar llegó mi novia a buscarme, y según me dijo tenía una cara de aburrimiento y ascazo que cantaba a kilometros. Lo siento por el pobre master, porque se lo intentó currar para hacer la cosa entretenida, pero es que no lo dejaron, y lo siento por este juego, pero no lo quiero ni en pintura; una mala experiencia es más que suficiente.
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