Nuestro investigadores se despertaron cuando una turba malhumorada los despertó a golpes de su sueño, acusándolos de haber matado a la hija de los Vane. Al final consiguieron escapar por los pelos gracias a una labia increíble que consiguió convencer a los agentes de Scotland Yard de que ellos no tenían nada que ver.
Tras esto volvieron a Londres y cogieron un barco para ir a El Cairo. El barco atracó en Port Said, donde fueron recibidos por las típicas barquitas de la gente de los hoteles para llevarles a tierra; esto produjo una absurda discusión con el capitán del barco porque ellos no querían pagar para ir a tierra, así que deberían de llevarlos ellos a tierra o de vuelta a Londres (teniendo en cuenta que les sobra dinero, resulta evidente que son tacaños a más no poder). Al final cedieron y tomaron tierra.
Mientras caminaban por las calles de la ciudad buscando la estación de tren que les llevara a El Cairo fueron atracados por un grupo de maleantes, de los que sólo sobrevivió uno; pero los investigadores acabaron una semana en el hospital debido a las heridas.
Tras recuperarse cogieron el tren a El Cairo. Sin embargo, a mitad de camino, el tren descarriló, y pudieron ver que el responsable era una criatura a la que solo pudieron asemejar a un dragón.
Una de las investigadores perdió la cabeza ante tal visión, y empezó a verlo por todos lados, abriendo fuego contra el aire y llamando la atención de la criatura, que de un bocado la partió por la mitad.
El resto consiguió evitarlo ocultándose en el río; y decidieron regresar caminando a Port Said. Por suerte un grupo de operarios del tren que se extrañaron al ver que este no llegaba decidieron ir a investigar, y tuvieron suerte de encontrarlos, llevándolos al hospital de El Cairo.
Y eso fue todo.
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